Mauricio Rivero es director del reconocido espacio de entrenamiento corporal Red Dragon Gym en Tandil. Durante años se ha formado como coreógrafo, en entrenamiento personalizado y musculación, y además es profesor de artes marciales como taekwondo, kickboxing y boxeo.

En AqM conversamos con él para hacer un repaso sobre su trabajo y nos comparta la banda sonora de su vida:

¿Cómo nació el proyecto y cuál es la filosofía que intentás transmitir a quienes entrenan allí?

Red Dragon Gym lleva 25 años de trayectoria. La idea o sueño surgió cuando tenía 17 años, cuando comencé a dar clases de aeróbica localizada. Sin embargo, la base fundamental del proyecto siempre fueron las artes marciales, especialmente el taekwondo, que sigue siendo un pilar fundamental.

A partir de ahí, se fueron abriendo puertas y Red Dragon empezó a crecer cada vez más. Los primeros pasos fueron alquilar un salón y ponerle el nombre, como una mezcla de sueño e idea que poco a poco se fue materializando. Con el tiempo, logré adquirir mi primer local propio, y ahí fue cuando realmente el gimnasio tomó forma y se consolidó como lo que hoy conocemos.

A medida que avanzaba el tiempo, me fui capacitando en diferentes disciplinas: instructorados en fitness global, fitness de combate, spinning, aeróbica localizada y diversas actividades grupales. Luego incursioné en el mundo de la musculación, pesos libres, entrenamiento funcional y levantamiento olímpico, complementando con capacitaciones específicas en cada área.

Con la experiencia que tengo hoy, puedo decir que lo que busco transmitir es salud. Paradójicamente, la menor cantidad de personas acude al gimnasio por salud; la gran mayoría lo hace por estética o porque se lo recomienda un médico. Siempre digo que la mejor forma de entrenar es la que no se ve: la salud no la vemos, no vemos nuestro corazón, no vemos lo que sucede dentro del cuerpo. Pero ocurren muchas cosas que ignoramos simplemente porque no podemos percibirlas.

Mi objetivo es fomentar el movimiento. Venimos de las cavernas, estamos biológicamente diseñados para movernos toda la vida. Si nos estancamos, es como el agua estancada: se pudre. Si no nos movemos, nos deterioramos.

Sos un apasionado de la motivación, tanto en tus charlas como en los programas en los que participás. ¿Cuál es el mensaje más importante que buscás dejar en las personas?

El tiempo me llevó a investigar a fondo la mente y las formas de pensamiento: por qué actuamos de cierta manera, por qué repetimos patrones, por qué hacemos lo que hacemos. Muchas veces, simplemente buscamos pertenecer, y por ese deseo terminamos metiéndonos en problemas, tanto mentales como emocionales.

Estudiar la mente me permitió comprender de dónde vienen mis pensamientos, mis miedos y mis fortalezas, y con eso, conocerme al 100%. Lo que propongo como calidad de vida es atender nuestros pensamientos. Existen tanto la negatividad como la positividad; la vida es un equilibrio constante entre ambas.

Me gusta comparar esto con una pila: una pila sin el polo positivo no funciona, pero tampoco sin el negativo. Ambos son necesarios. Aceptar esa dualidad es clave. Trato de transmitir que somos lo que queremos ser, que siempre habrá un desequilibrio en la balanza y que, en algún momento, vamos a sentirnos inconformes. Pero lo importante no es evitarlo, sino aprender a equilibrar, aceptar y tomar decisiones.

Creo que la única herramienta que se nos ha dado como seres humanos, libre y gratuita, es la capacidad de tomar decisiones. Eso es lo que intento transmitir en mis charlas y motivaciones: la importancia de elegir y la actitud positiva ante la vida.

También participás como jurado en «Himnos», un evento exclusivo para adolescentes. Desde tu perspectiva, ¿Qué hace que una canción o un himno represente realmente a una escuela?

Tuve y tengo la oportunidad de participar en Himnos y me encanta porque me permite conocer nuevas ideas y formas de expresión. Los chicos traen cosas nuevas, propuestas frescas, y eso me parece increíble. Tenemos que salir del papel de “nosotros les enseñamos a ellos” y empezar a abrir la mente y el corazón para aprender de ellos.

Creo que a través del himno, los estudiantes intentan plasmar lo que sienten en lo más profundo de su mente y corazón. Se agrupan, se fortalecen las amistades y logran una manifestación colectiva a través del canto y la palabra. En la sociedad, esto es algo que ocurre constantemente.

Los himnos son una expresión poderosa: en ellos pueden surgir rabia, ego, amor, deseos y paciencia. Es una explosión de emociones que se transforma en arte y comunidad.

En tu experiencia con el deporte y la motivación, ¿Cómo influye la música en el rendimiento y la mentalidad de las personas?

La música es un gran motivador en la actividad física. Las endorfinas y la adrenalina que genera son fundamentales cuando necesitamos sacar ese 110% de energía que no sabemos de dónde viene, pero que de alguna manera está ahí.

Muchas veces, ese espíritu indomable, esa capacidad de llevarnos al límite, está relacionado con momentos de nuestro pasado que la música ha dejado grabados en nuestra memoria.

Sin embargo, también hay excepciones. Por ejemplo, en el levantamiento olímpico, la música queda en un segundo plano porque ahí se requiere concentración, técnica y silencio.

Cada disciplina tiene su propio enfoque, pero lo que es innegable es que la música es una herramienta poderosa para conectar con nuestras emociones y potenciar nuestro rendimiento físico y mental.

Las 10 elegidas de Mauricio Rivero

1. Infancia . thundercats

2. Hobby, «Rasputín» Divididos

3. Soledad: «Acompáñame a estar solo» Ricardo Arjona

4. Entrenamiento: «Eye of the tiger» Survivor

5. Felicidad: «I’m alive» Celine Dion

6. Paz: «Only time» Enya

7. Enamorarme: «La cosa más bella» Eros Ramazzotti

8. Perseverancia: «See the light» Paradise

9. Amigos: «Arde la cuidad» La  mancha de Rolando

10. Bailar: «Torero» Chayanne.

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