Con ternura, humor y compromiso, Juan Pablo De Nardo creó canciones, grabó discos y sostuvo durante 25 años un coro infantil que marcó a toda una comunidad educativa. Su historia muestra cómo la música puede ser también una forma de enseñar a compartir, crecer y soñar.

Para quienes quizás no te conocen tanto: ¿Cómo comenzó tu historia en la música y qué experiencias te llevaron a volcarte a la composición y a trabajar especialmente con niños y niñas?

Desde chico viví rodeado de un ambiente musical: mi mamá es maestra de música jubilada, mi abuelo tocaba el violín y mis tías también estudiaron y enseñaron música. Además, desde la cuna asisto a una Iglesia Evangélica, así que crecí escuchando cantos corales, piano y órgano eléctrico.

Recuerdo cantar con mi mamá y mis hermanos canciones infantiles, grabar casetes con poemas y melodías inventadas, armar títeres, representaciones teatrales caseras y hasta “funciones de circo” familiares en el comedor de casa. Escuchábamos una y otra vez (hasta aprenderlos de memoria) los cancioneros de María Elena Walsh, Los Musicuentos, Julieta Magaña, Los Musiqueros, Carlitos Balá y Pro Música de Rosario.

A los 8 años empecé clases particulares de piano con una profesora del barrio. Y a los 10, mi mamá me preguntó si quería ingresar al Conservatorio Provincial de Música de Tandil, que entonces funcionaba en la calle Rodríguez casi Maipú. Desde ese momento comencé mi formación más específica en piano.

Al terminar la etapa de Iniciación Musical (luego llamada Formación Básica para Jóvenes y Adultos), me inscribí en el Magisterio de Educación Musical y después en el Profesorado. Recuerdo con mucho aprecio esos años de formación integral: Arte, Literatura, Expresión Corporal, Folklore y todas las materias específicas de música (Armonía, Composición, Elementos Técnicos), rodeado de grandes compañeros y excelentes docentes que sigo valorando.

A medida que avanzaba en la carrera descubrí cuánto me gustaba enseñar música a los niños, sobre todo a los de Nivel Inicial. La composición llegó después, casi por necesidad: al ver que en el Jardín se repetían siempre las mismas canciones, surgió la idea de crear nuevas melodías que permitieran trabajar contenidos, entretener y divertir a los chicos.

¿Cómo nació el Coral de Niños del Colegio de la Sierra y qué significó para vos sostenerlo durante tantos años? ¿Qué recuerdos te llevás de ese recorrido?

En el Conservatorio estudié Dirección Coral. Y ya trabajando en el Colegio de la Sierra, la recordada Analía Remiro (una de las dueñas de la institución) me propuso crear un coro de niños de entre 3 y 8 años. Al principio lo vi imposible, pero pronto descubrí una actividad maravillosa, llena de ternura y espontaneidad.

El canto coral es solidario: enseña a trabajar en equipo con un objetivo común, sin destacarse individualmente. El enfoque lúdico de las clases, el humor y la ayuda de excelentes compañeros a lo largo de estos 25 años dieron como resultado un coro donde los chicos se acercaban a la música sin miedo, disfrutando, enamorando al público.

El Coro viajó, se presentó en colegios, teatros y eventos al aire libre. Siempre se destacó por sus túnicas rojas, sus grandes logos, las canciones infantiles y, como sello, la inclusión de un tango famoso en cada repertorio.

Después de tres volúmenes de “Cantando Bajito”, ¿Cómo surgió ese proyecto y qué recuerdos guardás de la experiencia de grabarlos? ¿Hoy existen ganas o planes de un cuarto disco?

Cuando surgió, la música infantil no era tan accesible para los docentes. Hoy todo está en internet, pero en ese momento había que comprar CD o copiar casetes. Por eso desde el Colegio me ofrecieron grabar el primer disco en estudios ALEX con Alejandro Bocacci. Fueron meses de trabajo muy lindos, en los que “emprolijamos” todas esas composiciones creadas para mis clases. Participamos junto con otros profes del Colegio: la Directora, las Preceptoras, los de Educación Física y los mismos niños del Jardín.

Ese primer disco se vendió en Musimundo y rápidamente las canciones comenzaron a sonar en jardines de infantes: «La Tortuga Papalina«, «El Sapo Fidel«, «Lucho el Pajarucho«, «Basura Sonora»…

Los otros dos volúmenes los grabamos en el estudio de Ezequiel Calvo, ya con los chicos del Coro, y también fueron experiencias hermosas.

Hoy no hay un proyecto de nuevo disco, pero sí la idea de hacer videos de esas canciones que se transformaron en clásicos.

¿Cuál es la actividad que estás desarrollando hoy en día, tanto en lo musical como en lo educativo, y qué proyectos te entusiasman en este momento?

Actualmente trabajo en el Equipo Directivo del Colegio, así que ya no estoy en actividades musicales. ¡Aunque la música nunca se deja! Todavía disfruto de entrar a las Salas del Jardín y cantar con los chicos.

Lo que más me entusiasma hoy es concretar los videos de esas canciones. Hemos visto que se cantan en muchas partes del país e incluso llegaron a otros lugares de habla hispana. Están registradas, son parte de la memoria de muchos niños, pero aún no tienen sus “videos oficiales”.

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