Trece tracks, una guitarra y un camino sinuoso hacia la experimentación. Calvin Carrier está detrás de «Slowness» y no solo de la composición, sino también de la producción, grabación, arreglos, mezcla y creatividad puesta en acción.
El título del álbum describe a la perfección lo que sucede al interior, y en cada pieza encadenada una con otra. Es un trabajo cuidado, cada canción tiene la instrumentación y los arreglos que requiere, ni más ni menos, el must es ese sonido fuzz de la guitarra, el uso de armónicos y sonidos experimentales (que logra utilizando su instrumento en forma no convencional).
Aparece el formato canción y el folk en «Easy«, algo de New Radicals aparece en su sonido (en «How long will I love you?«, por ejemplo), y algo de Annie Clark en esas guitarras. Mucho groove, mucho ambient, un disco preciso, un disco medido y trabajado a conciencia, encontrando el arreglo y el sonido justo y apropiado para cada una de las piezas. Algo nocturno, tranquilo y compañero de momentos solitarios o de cenas en íntima compañía. Las voces aparecen también como un punto a destacar, con un timbre alejado de lo mainstream de esta época, y mucha reminiscencia de discos de entre los 60 y 70.
Carrier nació en Londres y actualmente reside en Bruselas (Bélgica), de base es bailarín y además es un músico que fusiona su composición con lo performático poniendo el foco de sus letras en las nociones de juventud, el paso del tiempo y el cuidado. Conociendo su formación en la danza uno puede dar cuenta del origen y la inspiración de su música, ya que son piezas coreográfico-sonoras en sí mismas.