A fines de los años 80, en una Tandil todavía acartonada y bastante conservadora, un puñado de pibes con camperas de cuero, pelos largos y guitarras eléctricas se animaron a tocar más fuerte y más rápido de lo que la ciudad estaba acostumbrada. Entre ellos estaba Marcelo Temudio, uno de los pioneros del metal local, cuya vida (marcada por la bronca, la música y la resiliencia) es un testimonio de honestidad brutal.
Recuerdo que yo tenía apenas 12 o 13 años cuando veía a un vecino heavy pasar por el barrio con su guitarra, como si viniera directo de un recital de Black Sabbath o Deep Purple, lo poco que yo conocía del género por aquellos días. Mi viejo tenía su propia banda además de escribir en El Eco de Tandil, y así fui entrando al mundo del rock. Para mí, Marcelo y sus compañeros fueron referentes indiscutidos: pioneros que apostaron a un sonido y a una estética distinta en una ciudad donde aprender metal era cuestión de escuchar un cassette hasta gastarlo. Más allá de lo técnico, lo que siempre transmitieron fue un mensaje crudo, sincero, lejos de la pose o la careteada. En sus palabras: «Nosotros no buscamos nada más que poder expresarnos, lejos de la pelotudez social de creérsela o cosa parecida«.
Contanos cómo fueron tus comienzos en el circuito metalero de Tandil. ¿Qué te motivó a empezar y cómo era la movida allá por los ’80-’90?
Arranqué con el metal gracias a un amigo que vino de Suiza allá por los ’80 y me trajo un cassette de Metallica. Me voló la cabeza esa forma de tocar: heavy, pero rompiendo con las estructuras tradicionales que se escuchaban en ese momento, más cercanas al rock pesado. Con Gabriel «Monstruo» Zamparuti y Luis tuvimos varios intentos de armar una banda en esa línea, aunque lo único que teníamos eran ganas.
Lo que me atrapó del heavy thrash fue esa impronta frente a la hipocresía mundial y las injusticias, cosas que de joven me generaban bronca e impotencia. Siempre lo viví así, y hasta hoy me pasa lo mismo.
Para muchos sos considerado uno de los pioneros del metal en Tandil. ¿Qué desafíos enfrentaban las bandas en esos años y cómo lograban organizar recitales o difundir su música en la ciudad?
El desafío era todo. Muchas veces terminábamos presos por nuestra forma de ser, por la imagen y la discriminación. En esos primeros pasos estábamos con Oculta Thrash. Más adelante, con Richard Piñón, el Negrito Barraza y el Gringo formamos Scarface. Eso duró hasta 1995, cuando tuve que tomar una decisión muy dura: vivir o morir. Yo mismo buscaba mi destrucción, estaba intoxicado.
Cuando supe que iba a ser papá, con mi hija en la panza de su mamá, decidimos irnos a vivir en carpa a un cerro. No teníamos nada, salvo amor y el aguante mutuo para desintoxicarnos. Fue muy difícil, pero logramos salir adelante, criar a nuestros tres hijos y levantar nuestra casa, aunque eso me alejó de la música por un tiempo.
¿Cómo definirías tu estilo como músico? ¿Hubo bandas o guitarristas que te marcaron y te inspiraron a tocar?
En la cárcel, después de haber pasado por varias caídas y hasta enfrentar juicios, quedé libre de culpa y cargo. Ahí fue cuando decidí volver a gritar y a expresar lo que siempre tuve adentro. Metallica fue la banda que me cambió la vida. También me influenciaron los grandes guitarristas que pasaron por la banda de Ozzy, y Hendrix, que ni hablar.
Siempre me marcaron los guitarristas que dejan la vida en el escenario. Más allá de la técnica o de lo prolijos que puedan ser, me importa esa entrega total.
Hoy, muchos jóvenes descubren la movida metalera de Tandil gracias a la historia que ustedes construyeron. ¿Qué sentís al ver cómo creció desde esos primeros años?
En 2022 volví a la música con Malandra y reencontré esta realidad hermosa. Si bien fuimos pioneros, pocas bandas metaleras nos han tenido en cuenta. Nival y El Caverna fueron de las que más se acercaron. Después, tocamos en festivales que eran como ensaladas de fruta, donde había de todo.
Aun así, siento una felicidad enorme de cerrar un círculo humano y musical.
A lo largo de tu trayectoria tocaste con distintas bandas y músicos. ¿Quiénes fueron tus compañeros más cercanos en esos primeros años y con los que tocás ahora?
En esos inicios, mis compañeros fueron Fabián Vergara, Gabriel «Monstruo» Zamparuti, Luis, Richard Piñón, el Negrito Barraza y el Gringo, con quienes formamos Scarface.
Hoy la historia me encuentra otra vez en los escenarios con Malandra, junto a mi sobrino Agustín Temudio, Mario «El Gringo» Médico, Gonzalo Goñi y yo.