Forjado en los ochenta, entre guitarras, bares y sueños de acero, Mario «Gringo» Médico mantiene viva la llama del metal en Tandil. Con la voz curtida y el metal como bandera, defiende que la hermandad entre las bandas del género es la verdadera trinchera.
¿Cómo empezó tu pasión por la música y, en particular, por el heavy metal?
Mi vieja tenía una guitarra, que después pasó a mi hermano, y yo de pibe ya me mandaba a estudiar con la profesora Baretta en Tandil. Después nos mudamos a Buenos Aires, justo cuando estaba por recibirme, y allá entré al conservatorio. A los 13 volví a Tandil, pero ya en Buenos Aires había escuchado algunas bandas: V8, Logo, Metallica… Siempre me tiró el machaque.
Cuando llegué a Tandil me crucé con Gustavo Otero, que tocaba la bata, y empezamos a zapar. Hacíamos rock, algunos covers, hasta que la cosa no avanzaba mucho. Ahí también conocí al Monstruo Zamparutti, a Claudio Clemente el flaco… Y un día me vienen a buscar a casa: Sergio “el Negro” Barraza y Richard Piñón. Me dijeron que una banda necesitaba guitarrista. Agarré la viola y me fui.
Al primer ensayo éramos solo con el batero porque ni el Pollo ni el Negro habían ido, pero a Richard le gustó cómo sonaba. Después ya nos juntamos los cinco: el Caimán (Claudio Orellana), Sergio Barraza, el Pollo (Marcelo Tunudio), Richard Piñón y yo. Y así nació Scarface.
¿Qué bandas no pueden faltar cuando te ponés a escuchar música?
Y… de los comienzos, mucho Metallica, Sepultura, V8, Logo. Igual siempre escuché de todo: folclore, tango, lo que venga. Pero para mí lo que me mueve es lo más agresivo. Hoy en día no pueden faltar Metallica, un poco de Sepultura, Pantera… y ya más adelante Hermética, Almafuerte.
¿Qué te gusta cantar o qué te inspira a la hora de componer letras?
Yo canto lo que venga, cualquier cosa que me pongan la canto. Pero en letras no soy tanto de componer: la mayoría las hizo Ricardo, Richard Piñón, el batero. Hasta el día de hoy es así: tiramos una base, él trae letras, y después yo las acomodo con los riffs para que entren en el tiempo. Pero en definitiva… yo canto de todo.
¿Qué tipo de guitarras, amplis y pedales te gusta usar para lograr ese machaque metalero?
Siempre fui más de la Explorer. Extraño una que tenía, roja, una Epiphone by Gibson que aparece en algunas fotos. Y el Marshall… para mí, ese sonido es el metalero posta.
Ahora tengo una Jackson y pedales uso el Metal Zone y un Line 120. Pero lo que busco siempre es ese sonido que va con mi estilo, lo que más me gusta a mí.
¿En qué bandas tocaste a lo largo de tu recorrido y cuáles experiencias te quedaron grabadas?
Scarface fue la primera, y ahí hay anécdotas para tirar para arriba. Cosas inolvidables. Después nos separamos, dejé de tocar un tiempo, hasta que un amigo, Luis Petovelo, me volvió a enganchar. Me insistió tanto que tuve que comprar guitarra, equipo, todo de nuevo. Con él armamos Macadam, pero tuvimos que cambiarle el nombre porque ya existía una banda tributo a Pappo con ese nombre.
Más tarde se fue Petovelo y con otros armamos Munra: estaba Damián Lezica en el bajo, después el Negro Cabrera, Maciel, el Rasta y yo. Estuvimos bastante tiempo hasta la pandemia. En la pandemia se cortó todo.
Después tuve otra banda llamada Resistencia, más rockera, pensada para encuentros de motos. Y ahora estoy en Malandra, gracias al Pollo que me insistió para seguir dándole al metal.
Desde tu experiencia, ¿qué le falta a Tandil para que los músicos de heavy puedan vivir de la música, como pasó con Iorio y otros grandes?
Y… Tandil es muy individualista. Falta más unión entre los metaleros. Amistad hay, pero cuesta ponerse de acuerdo. Por ahí tenés dos festivales de heavy el mismo día, uno en una punta y otro en la otra, y no sabés a dónde ir.
Hoy en día hay lugares para tocar, no es como antes que no había nada. Pero estaría bueno coordinar: un finde uno, al otro finde otro, y así. Porque si tenés tres o cuatro movidas juntas, se complica.
Tandil es medio exquisito en esas cosas. Pero lo mejor que viví fueron esos momentos inolvidables con Scarface, y ahora con Malandra seguimos en la ruta.