A pocos días del 3er Idoyaga Rock, la Casona del Parque vuelve a convertirse en el epicentro de una travesía musical que nació a finales de 2022 con el sueño de transformar canciones en emociones compartidas. La Carpe Diem, la banda anfitriona, se consolidó como la primera formación del género en San Agustín, un pequeño pueblo donde la música se escucha con el corazón.
La chispa inicial fue de Lea Martínez (vocalista y fundador), quien llegaba con una vasta experiencia en la escena de Chivilcoy. La idea comenzó a tomar forma junto a Leo Méndez, bajista marplatense con paso firme en la música local de «la feliz». Unidos también por su labor en la Sociedad de Fomento del pueblo, pronto se sumó Eduardo Cianfrini (saxofonista) que cambió el frenesí de la ciudad de la furia por la calma del «pueblo sin llaves», como ellos mismos lo describen con cariño.
Los primeros ensayos emergieron como un experimento eléctrico-acústico que buscaba reversionar clásicos del rock nacional. No como copias al carbón, sino como homenajes con impronta propia, respetando el ADN del tema original pero dotándolo de un espíritu nuevo. Con la incorporación del cajón peruano, Lea comenzó a alternar voz y percusión, y se sumó Martín Delgado en guitarra acústica. Los ensayos comenzaron a transformarse en necesidad escénica, y la idea de tocar frente al pueblo se volvió urgente.
Así nació el 1er Idoyaga Rock: un encuentro de bandas locales con espíritu filantrópico que buscaba emocionar desde lo colectivo. Los cambios en la formación fueron constantes. Por motivos personales Martín dio un paso al costado, y se sumaron Charly Oms y Cristian Aguila, ambos guitarristas con proyectos paralelos. En la búsqueda de un guitarrista estable, llegó Facu Fernández y con él, un salto de energía eléctrica que llevó a la banda a buscar una batería real para redondear el sonido.
La sorpresa fue total: en un pueblo de apenas 300 habitantes, encontraron a Ayrana, joven baterista con todo lo necesario para ese paladar sonoro tan particular que el grupo anhelaba. Durante un año, La Carpe Diem vivió su etapa más soñada, con presentaciones donde la identidad sonora se consolidó. Con la partida de Ayrana hacia nuevos rumbos universitarios, Iván Máximo tomó las baquetas por un tiempo, hasta la llegada reciente de Siro Aguilar, baterista consagrado y maestro de muchos músicos de Balcarce.
Desde adentro, alguien lo cuenta con orgullo: «Soy testigo de la metamorfosis de esta banda. Me siento una especie de quinto Carpe Diem«. La frase resume lo que muchos sienten: que La Carpe Diem no es solo una banda, sino un espacio de pertenencia, de construcción comunitaria a través del arte.
Hoy, con la tercera edición del Idoyaga Rock a la vuelta de la esquina y un objetivo solidario que beneficia al jardín Sagrada Familia, La Carpe Diem se reafirma como una agrupación que trasciende el tiempo y el formato. Porque cuando el motor es el amor por la música, no hay cronómetro que mida el pulso de lo que verdaderamente emociona.
Música sin tiempo. Y por mucho más.