Quién podría pensar hoy día que Nueva York no era en los 70′ lo que nos muestran las interminables listas de comedias románticas y series de las últimas décadas como: Sex and the City, Friends with Benefits, The Devil wears Prada, 13 going on 30, Confessions of a Shopaholic, Definitely, Maybe, Enchanted o incluso Friends, solo por nombrar algunos.

Lo cierto es que la ciudad de Nueva York en esa década no era la ciudad de los sueños (o que nunca duerme) que se ve en las películas, más bien era «La ciudad del miedo«. No solo era una de las ciudades más peligrosas tomada por mafia y delincuencia, a eso se le agrega que económicamente era decadente. Sumado a eso la década anterior estuvo llena de transformaciones sociales y un malestar general en la población joven estadounidense, por lo tanto había una búsqueda de aire fresco, fiesta y distensión. Las discotecas comenzaron a ser lugares muy frecuentados.

La música que se popularizó en las salas de baile fue el Disco, que era un mix entre el Sonido Motown, el Soul de Filadelfia y el Funk. Era música pensada para bailar, y tal fue el éxito de este nuevo sonido que hacia 1979 muchos músicos tenían sus propias canciones con sonidos Disco.

Esa creciente y acelerada popularidad, sumado a los movimientos nacientes de las minorías (como el LGBTQ+) provocó un odio repentino al género que culminó el 12 de julio de ese mismo año con lo que se llamó la «Disco Demolition Night» organizada por el locutor Steve Dahl.

Fue una explosión sonora corta con respecto a otros géneros, pero sentó las bases para la música que llegó en las décadas siguientes.

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