La música es un vehículo revelador para la comprensión de las sociedades del pasado, aunque no muchos historiadores dan cuenta de la importancia de los elementos musicales como fuente histórica, otros en cambio la utilizan como fuente principal para abordar las conclusiones de sus investigaciones. Este último ejemplo es el caso de Martín Baña, Doctor en Historia y especialista en historia rusa, quién a través de «Una Intelligentsia Musical» retrata detalladamente como las óperas de Musorgsky y Rimsky- Korsakov son un reflejo de las visiones sociales y culturales de la Rusia del siglo XIX y como además este grupo de intelectuales buscaba a través de sus obras la construcción de una identidad nacional.

A diferencia de lo que sucedía culturalmente en el resto de Europa, Rusia no contaba en esa época con instituciones especializadas para la formación musical, por lo que los aspirantes a músicos, debían hacerlo fuera del país o de manera privada con maestros extranjeros que generalmente estaban mal entrenados. Tampoco existía la posibilidad para estos músicos de hacer carrera ya sea como instrumentistas o como compositores, debido a la falta de estabilidad y soporte a las producciones locales, y la profesión no era socialmente respetada y legalmente reconocida.

Aun así, relata Baña con precisión, fue la inquietud de estos artistas lo que los llevó a organizarse alrededor de Mily Balakiev (autodenominados los kruzhok de Balakiev): «(…) la importancia del kruzhok reside en el hecho de que se planteaba la necesidad de la creación de un campo musical en Rusia y, sobre todo, se proponía pensar la cuestión del vínculo con la modernidad europea y los modos en los cuales podía ser adaptada para solucionar los problemas culturales y políticos en el país. A través del trabajo colectivo, el kruzhok construyó un espacio de debate y formación desde el cual podía intervenir cualquiera de sus integrantes.» Este detalle es sumamente interesante ya que capta la forma de trabajo colectivo que estos artistas tenían entre ellos, ya sea compartiendo sus obras, alentando, criticando, corrigiendo y sugiriendo temas para obras futuras: «Cada uno debería componer colectivamente porque solo la música así filtrada puede ser verdaderamente buena» (sostenía Rimsky en una de sus cartas a Musorgsky fechada el 9/6/1871)

La ópera fue ese formato predilecto para canalizar las inquietudes artísticas e imprimir en sus trabajos una visión propia de la filosofía, la cultura y la historia rusa: ficción, drama, teatro, elementos musicales y extramusicales, relatando los problemas que había en su país, los por qué de esos problemas y cómo solucionarlos y todos los actores sociales formando parte en comunión.

Editado por Gourmet Musical, «Una Intelligentsia…» nos muestra claramente que el discurso musical nunca está aislado de los acontecimientos sociales, del contexto geográfico, económico y político (nacional e internacional), y a partir de allí, nos invita a una escucha atenta y reflexiva, partiendo de las obras analizadas, pero con herramientas que pueden utilizarse con cualquier pieza musical del presente o del pasado.

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